La Declaración de París de 2015 y los dramáticos sucesos ocurridos en Europa (París, Bruselas) y otras zonas del globo demuestran la necesidad de implicar a los jóvenes, y por tanto a los colegios, en una reflexión profunda y abierta sobre el impacto social que este nuevo contexto cultural puede tener en nuestros niños, sobre todo si tenemos en cuenta que varias de las personas que participaron en estos actos dramáticos nacieron en la UE y atentaron contra la civilización en nombre de una mala interpretación de las sensibilidades religiosas.
Se trata de una trágica llamada de atención que nos invita a debatir sobre la naturaleza de la ciudadanía y el papel de los colegios y la educación a la hora de formar futuros ciudadanos que conozcan tanto sus derechos como sus responsabilidades. La ciudadanía europea se caracteriza por ser dinámica y dialogante; es inclusiva y se basa en la complementariedad y la diversidad cultural de sus miembros. Su unidad y estabilidad están inevitablemente unidas a la capacidad de las instituciones y los ciudadanos de proteger y mantener de forma responsable el pluralismo. En consecuencia, uno de los aspectos esenciales de la ciudadanía europea es la interculturalidad (Eurydice Thematic Reports 24, 2005): dado que la religión constituye un elemento paradigmático de la cultura (Hugen 2001), el desarrollo del pluralismo religioso y la puesta en práctica de estrategias para garantizarlo son factores necesarios e indispensables. En este sentido, integrar el pluralismo religioso en la educación es clave para concienciar a la sociedad y construir un modelo de ciudadanía europea que esté cohesionada.
En 2007, a propósito de la promoción del estudio y la enseñanza de la religión en contextos multiculturales, la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos de la OSCE elaboró un documento titulado Principios orientadores de Toledo sobre la enseñanza acerca de religiones y creencias en los colegios públicos. El objetivo de este documento era promover, en el ámbito escolar, el respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales y los valores cívicos mediante la implicación de las familias y las organizaciones religiosas. En el denominado enfoque «centrado en el alumno», los profesores ejercen más como facilitadores en el proceso de aprendizaje. Aunque su conocimiento sobre la materia sigue siendo crucial, estrategias interactivas como el debate, la investigación, el trabajo en grupo, el trabajo por proyectos, la dramatización y la realización de presentaciones juegan un papel fundamental. Además, las opiniones, experiencias, sentimientos y reflexiones de los alumnos cobran una relevancia fundamental al reflexionar sobre cuestiones relacionadas con la religión y los sistemas de creencias. Se anima a los alumnos a que reflexionen sobre sus propias creencias, sus valores y sus decisiones. Esto se denomina en ocasiones «aprender de la religión», a diferencia de «aprender sobre la religión». La creación de un espacio de aprendizaje seguro donde el alumno se sienta lo suficientemente cómodo como para expresar su opinión es un requisito previo obligatorio para esta labor. Dada la naturaleza dinámica del aprendizaje centrado en el alumno y el debate que suscita, es más probable que salgan a la luz los valores y creencias personales de cada uno, y este ambiente receptivo puede proporcionar oportunidades para la generación de un debate sincero y respetuoso sobre las creencias y los valores.
Para enfrentarse a las necesidades que se han definido anteriormente, el proyecto proporciona a los profesores de educación primaria metodologías específicas con el fin de encontrar respuesta a la complejidad de las sociedades multiculturales y multirreligiosas, empezando por el laboratorio de ciudadanía que es y debería ser el colegio. En el campo de la legislación educativa, la mayoría de los países europeos destacan la importancia de promover una cultura de participación en el colegio inspirada en los valores democráticos, incluidos el respeto a los demás, la tolerancia, la confianza mutua, la solidaridad y la cooperación. De estas disposiciones se desprende que la transmisión eficaz de una cultura de la ciudadanía no puede ignorar la dimensión emocional que tan solo la participación es capaz de aportar. Por consiguiente, la participación se ha establecido como un método educativo en Europa, ya que no solo garantiza la libertad de expresión de los alumnos, sino que resulta ser un método eficaz de aprendizaje colaborativo (Eurydice Thematic Reports 24, 2005). Por otro lado, partiendo de la experiencia en Europa, parece ser que este instrumento no se ha aplicado a la educación religiosa, cuyos métodos siguen arraigados en la tradición, a pesar de que probablemente sean inadecuados en el contexto intercultural y plural de la sociedad europea contemporánea.
Los destinatarios principales de este proyecto son los niños: al concienciar a los profesores sobre el pluralismo religioso en Europa, el proyecto les ofrece herramientas cognitivas y metodológicas para elaborar, mediante un método participativo, un modelo pedagógico innovador cuyo fin es orientar a los alumnos a que realicen una reflexión autónoma sobre el pluralismo en Europa. Mediante el reconocimiento y la apreciación de las experiencias religiosas, los profesores recibirán formación sobre cómo tratar las diferencias y así convertirse en facilitadores en el aula de un proceso de investigación crítica posibilitado por los propios alumnos, a quienes se pedirá que expresen sus necesidades y sus visiones de sí mismos y del mundo, así como sus aspiraciones en relación al pluralismo religioso.